lunes, 17 de septiembre de 2012

leyenda urbana II.

El Accidente del Chofer 

Cuenta el relato que una noche en Rosario,provincia de Santa Fe, frente al cementerio "El Salvador", un chofer de colectivo de la línea 114 iba conduciendo el vehículo medio dormido, luego de una jornada de intensa labor. De pronto, una chica se le atravesó en la calle, cruzando de manera imprudente. 

El hombre intentó clavar los frenos, pero fue inútil: la muchacha fue arrollada. Asustado por lo sucedido y presa de la desesperación, el conductor decidió huir. Luego de varios minutos de escape a toda velocidad y sin detenerse en las paradas establecidas, vio por el gran espejo retrovisor que la víctima estaba sentada en el ultimo asiento del colectivo, mirándolo fijamente y llorando. 

Leyendas urbanas.

9 Veces Verónica:

¿Quien es Verónica? O mejor dicho: ¿quien era? Se trataba de una chica de 14 años que, estando en el pueblo con sus amigos, hizo espiritismo en una casa abandonada. Todo el planeta conoce que es algo enormemente peligroso y que jamás debe tomarse como un juego. Ella no siguio las reglas de los fanatasmas, se burló a lo largo de toda la invocación y una silla que habia en la habitacion cobró vida y la golpeó mortalmente en la cabeza.
Sin embargo, Verónica aun no descansa en paz. Su espíritu está condenado y vaga buscando venganza entre esos que no conocen respetar el Mas Allá, como le ocurría a ella en la vida real.
Ana era una chica de la edad de Verónica que conoció la leyenda en su instituto. Sus camaradas la picaron, diciedole que no se osaba a expresar ‘Verónica’ 9 veces ante el espejo. A ella le entregaba miedo, pero venció su terror porque le avergonzaba quedar mal ante todo el mundo. Una compañera fue a los servicios de esa planta del instituto para comprobar, entre risas, si cumplia la prueba.
Lo hizo, no pasó nada y el conjunto lo olvido enseguida. Menos Ana. Para ella, la autentica pesadilla comenzó esa semejante noche. Estaba en la cama, cuando un sonido la despertó. No se trataba de un estrépito, sino de una especie de susurro indescifrable que oia cerca de la nuca, mientras sentia como si alguien respirara en su cuello. Aterrada, se levantó y encendió la luz. Allí solo estaba ella. A pesar de eso, no logró dormir en toda la noche.
Al día siguiente, no se atrevió a contárselo a nadie. Estaba muerta de miedo, y en medio de la clase tuvo que salir al servicio para mojarse la cara y despejarse. Pero cuando entró al baño, hacía demasiado frío (como estaban en invierno no le dio importancia) y una capa de vaho cubría el espejo. Ana lo limpio con la mano para constatar horrorizada que tras ella había una chica que no habia visto jamas, con una expresion de espanto y sangre en la cabeza. Fue solo un instante. Cuando se volvio a mirar, ya no había nadie. Ana rió nerviosamente, pensando que todo era fruto de su imaginación, los nervios y el cansancio. Sin embargo, cuando se volvio hacia el espejo vio algo que la dejo helada. Al borrarse el vaho una frase había permanecido escrita: ‘Soy Veronica. No debiste invitarme a volver’.
Ana no logró soportarlo. Hoy pasa sus dias encerrada en un manicomio, y solo habla para jurar y perjurar que el fantasma de Verónica la continúa atormentando.

Bienvenidos ala casa del suspenso.